Seda y rosas en el camino,
corazón vacío de pena y sentido,
me llevan la corriente y el rocío.
Me voy al mar,
con mis dolores y penas,
con una sonrisa en la cara,
y alegría en la mano,
libre al fin de las esposas del “en vano”.
Lágrimas de alegría comprimen mi corazón;
que tenía en el pecho olvidado,
ya que hace tiempo se apagó,
y dos manos sobre mi garganta,
el aire en mi pecho.
Se me lleva el agua y abajo me voy,
con una sonrisa en el alma,
y la garganta dolida.
Yo toda sola,
como una muñeca grande,
mi piel de porcelana
y mi corazón latente
se despiden y se hunden.
Todo lo que vino se va, con agridulce ternura,
y así, se me lleva la muerte en su lecho
a su cuna de dulce reposo y olvido.
La cueva de Hades me acoge
y Seth me sonríe
con su triste mirada.
Le acompañaré hasta el fin
porque siempre fuimos unidos
y su dolor fue el mío,
mi sitio en este vesánico mundo,
junto a su bello universo escondido,
al fin encuentro,
y amor siento,
en mi último lecho.
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