Tres mujeres me han amado.
Tras el encanto, el desencanto, el amor y el desamor,
me queda el olor de su piel cuando duermen.
Verlas dormir tranquilas a mi lado.
¿Qué más me queda?
Me queda la suavidad de su piel acariciando la mía.
Mis manos recorriendo sus piernas, mis manos apretando las suyas.
La sonrisa devuelta aun cuando no era esperada.
Sigo escarbando en mi mente, rescatando memorias sensoriales.
Acordándome de sus labios tocando los míos.
A veces solo apoyándolos, a veces buscando mi boca con frenesí.
A veces secos, a veces húmedos y calientes.
¿Más sensaciones?
Las uñas, siempre las uñas.
Por la espalda, por la nuca, por los glúteos, por la cara.
Y claro, el dolor de la ausencia, la asincronicidad.