He aquÌ del aÒo el m·s hermoso dÌa
Digno del paraÌso!, es el temprano
Saludo que el otoÒo nos envÌa
Son los adioses que nos da el verano!
Ondas de luz purÌsima abrillantan
La blanca alcoba de la dulce Elvira
Los pajarillos cariÒosos cantan,
El perfumado cÈfiro suspira.
He allÌ su tocador: a˙n se estremece
Cual de su virgen forma al facto blando.
He allÌ a la Madre de Jes˙s: parece
Estar sus oraciones escuchando.
Un fÈretro en el centro, un paÒo, un Cristo!
Un cad·ver! °Gran Dios!. . . Elvira!. . . Es ella
Alegremente linda ayer la he visto,
øY hoy?. . . hela allÌ. . .solemnemente bella!
No ha muerto: duerme! Vedla sonreÌda!
Ayer, en esta alcoba deliciosa,
Feliz soÒaba el sueÒo de la vida
Hoy sueÒa el de otra vida a˙n m·s dichosa!
Ya de la rosa el tinte pudibundo
MuriÛ en su faz; pero en augusta calma
La ilumina un reflejo de otro mundo
Que al morir se entreabriÛ para su alma.
Ya para los sentidos no se enciende
La efÌmera beldad de arcilla impura;
Mas, tras de ella, el espÌritu sorprende
La santa eternidad de otra hermosura.
CumpliÛ quince aÒos: ay! edad festiva,
M·s misteriosa y rara, edad traidora!
Cuando es la niÒa para el hombre esquiva,
Y a los ·ngeles fÈrvida enamora!
Pobre madre! del hombre la guardaste,
Pero esconderla a su ·ngel no supiste!
La viÛ, se amaron, nada sospechaste,
Y en impensado instante la perdiste!
Vio al expirar a su ·ngel adorado,
Y abriÛ los ojos al fulgor del cielo,
Y dijo: el sacrificio ha terminado,
Ven v·monos a casa! y tendiÛ el vuelo.
Por eso luce tan hermoso el dÌa,
Indiferente al llanto que nos cuesta!
Hoy hay boda en el cielo: Èl se glorÌa:
La patria de la novia est· de fiesta!