Rafael Pombo


El Bambuco

Para conjurar el tedio
De este vivir tan maluco
Dios me depare un bambuco,
Y al punto, santo remedio.

Buena orquesta de bandola
Y una banda de morenas,
De aquellas que son tan buenas
Que casi basta una sola.

°Y aquÌ de los granadinos!
°Venga el cometa dragÛn!
Veremos el encontrÛn
Sin d·rsenos tres cominos.

°Lejos Verdi, Auber, Mozart!
Son vuestros aires muy bellos,
M·s no doy por todos ellos
EI aire de mi lugar.

'Mal gusto' dirÈis, tiranos,
M·s yo en mi gusto porfÌo,
Que bueno o malo, es el mÌo
Y el de todos mis paisanos.

Ning˙n autor lo escribiÛ,
M·s cuando alguien lo est· oyendo,
El corazÛn va diciendo,
´Eso lo compuse yoª.
Y bien se ve que no miente,
Pues hijo de padre tal,
Es como triste y jovial,
Quejumbroso, inconsecuente.

Nadie lo hizo, porque nos
Disfrutamos del derecho
De recibirlo ya hecho
Todo de manos de Dios.
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Vino y pan, tienda y colchÛn
El ·rbol sabe ofrecernos,
øPor quÈ no ha de componernos
El viento nuestra canciÛn?

Justo es que nadie se alabe
De inventor de aquel cantar
Que es de todos, a la par
Que el cielo, el viento y el ave.

Del Carchi hasta Panam·
Nuestros niÒos lo adivinan.
Nuestros p·jaros lo trinan
Y en nuestras brisas est·.

Es el lamento que lanza
El genio de estas regiones
Por tantas generaciones
Que viÛ morir sin venganza.

Una melodÌa incierta
Intima, desgarradora,
CompaÒera del que llora
Y que al dolor nos despierta.

O una risa de placer,
Instadora, turbulenta,
Que arrebata, que impacienta
Con elÈctrico poder.

Un retozo tan simp·tico,
Que en contagiosa locura
No consiente ceja dura
Ni melindre aristocr·tico.

Nuestros r˙sticos con Èl
Cantan al reciÈn nacido,
Y Èl les sirve de gemido
De una tumba en el dintel.

ParabiÈn o funeral
Del que nace o del que muere:
Ya solemne miserere,
Ya c·ntico bacanal.

Doma con Èl los rigores 3
De su Filis un pat·n,
Mejor que el mismo don Juan
Con su almanaque de amores;

Y cuando a su desdeÒosa
Feroz castiga el salvaje
Propin·ndole el brebaje
De la tonga ponzoÒosa,

Ella, en fatal zamacuco
De erÛtico frenesÌ,
Corre y danza aquÌ y allÌ
Tarareando el bambuco.

Hay en Èl m·s poesÌa,
Riqueza, verdad, ternura,
Que en mucha docta obertura
y mÌstica sinfonÌa;

Y asÌ respÛndele fiel
El corazÛn donde llega:
Con Èl el alegre juega
Y el triste llora con Èl

M·gico el m·s obediente,
CamaleÛn musical,
Siempre el mismo original,
Pero siempre diferente.

Eterna variaciÛn
En que hallamos por instinto
Acento fiel y distinto
Para cada sensaciÛn;

Porque ha fundido aquel aire
La indiana melancolÌa
Con la africana ardentÌa
Y el guapo andaluz donaire.

Su ritmo vago y traidor
Desespera a los maestros;
Pero ac· nacemos diestros
Y con patentes de autor.

Tesoro de pobres es,
Y °ay! que nadie se lo quita, 4
Mientras su voz lo repita
Y lo ejecuten sus pies.

Y si ordenase un tirano
La aboliciÛn del bambuco,
Pronto vieran cu·n caduco
Es todo poder humano.
II

En un salÛn de palmares
Que vagando descubrÌ,
Su hechicera danza vi
Al comp·s de sus cantares.

Era una noche de aquellas
Noches de la patria mÌa,
Que bien pudieran ser dÌa
Donde no hay noches como ellas.

El terciopelo mejor,
Al del cielo no igualaba,
Ni estrella alguna faltaba
A esa gran cita de amor.

OÌanse los bramidos
Del Cauca y sus reventones,
Como enjambres de leones
Celosos o mal dormidos:

Y el aura circunvolante
Embalsamaba el lugar,
De albahaca y de azahar,
Y de jazmÌn embriagante.

—apangas, que por modelo
Las quisiera un escultor,
Giraban al resplandor
De las l·mparas del cielo.

De indianas y de espaÒolas
Las perfecciones lucÌan,
Lindas °ay! que parecÌan
Enamorarse ellas solas.
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Bajo una gran cabellera
Un blanco busto imperial
Y una forma amplia y cabal
Cuanto el·stica y ligera:

Rica tez, mÛrbido pecho,
Nada de afeite o falsÌa
Que el arte no enmendarÌa
Lo que hizo Dios tan bien hecho.

Contra el talle de jazmÌn
Un brazo en jarra elegante,
CaÌdo el otro adelante
Sofaldaba el faldellÌn;

Y era de verse el candor
De esos rostros de ·ngel, cuando
Iba en los pies retozando
Un demonio tentador.

°Y quÈ pies! ni el mameluco
Sult·n mejores los viÛ:
El diablo los inventÛ
Para bailar el bambuco.

Se alternaban pulcramente
Hincando r·pida huella.
Y ondulaba toda ella
La fascinante serpiente.

Al comp·s del tamboril
Con la bandola armoniosa
Y a la venia respetuosa
Del desafiador gentil.

Una por una salÌa
Hacia su gal·n derecha,
Y Èl, la boca almÌbar hecha,
Aguardarla parecÌa.

M·s, con sandunga imanada,
Ella, escapando del pillo,
Como el boa al pajarillo
lo atraÌa en retirada.

°La eterna historia de amor! 6
°Ley que natura instituye!
La mujer siguiendo al que huye
Y huyendo al perseguidor.

Ya evitaban su mitad,
Ya lo buscaban festivas.
Provocadoras y esquivas
Como la felicidad.

La una pareja cantando,
La otra vivas respondiendo.
Las coplas que iban diciendo
Iba el amor enseÒando.

PoesÌa humilde era aquella,
Pero, en su espontaneidad
Bella como la verdad
Y a veces triste como ella.

Dos veces eran bastantes
Para hacerla bien sentida:
Amor, cielo de la vida;
Celos, infierno de amantes.

Y cual la danza en sus giros,
La m˙sica en sus manejos
Iba burlando en sus dejos
O acompaÒando en suspiros.

Yo, sentado sobre un tronco,
Contemplaba aquella escena
En esa noche serena
Y al mugir del Cauca bronco.

Esas c·ndidas figuras
Que ondulaban y reÌan
Y hasta mÌ en sombra veÌan
Como a acariciarme a oscuras;

Y aspiraba esos olores
Mezclados a esos sonidos;
Y ese aire que los vestidos
Les salpicaba de flores;

Y todo en mi derredor,
Desde el silencioso cielo 7
Hasta la grama del suelo
Y el bambuco seductor,

Formaba tal armonÌa,
Que todo a un golpe creado,
Y uno para otro inventado
Por el SeÒor parecÌa.

AllÌ el poder peregrino
Del bambuco percibÌ;
Jam·s, desde que nacÌ,
Me sentÌ m·s granadino;

Y si un pensamiento malo
Me hiriÛ la imaginaciÛn,
Porque era gran tentaciÛn
Tanta inocencia y regalo,

Mi alma de poeta quiso
Holgarse en ver solamente,
Y no ir a hacer de serpiente
De aquel nuevo paraÌso.

M·s bien exclamÈ gozoso:
' Gracias a Dios ya encontrÈ
Un pueblo feliz, ya sÈ
DÛnde y cÛmo uno es dichoso.

A otros, con ciencia y riqueza,
Tedio cruel royendo est·;
A Èstos, de balde les da
Fiesta real Naturaleza'.
III

CambiÛ la situaciÛn:
Pronto sonÛ, enhoramala,
La maldita generala
De alarma y revoluciÛn.

Todos mis conciudadanos
Gozaron de su derecho
De ir a atajar con el pecho
Las balas de sus hermanos.
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Vi a mis pobres campesinos
Cambiados en dragonazos
Aprendiendo a machetazos
Los fueros neogranadinos;
Y a su lado en la pelea
Las heroicas voluntarias,
Esas dulces pasionarias
De la danzante asamblea.

Entonces, entre el chisch·s
De la lanza y el trabuco,
Del infalible bambuco,
Vi el poder una vez m·s.

Bien puede estar sin raciÛn
El granadino soldado,
Y descalzo trasnochado:
Eso entra en la diversiÛn.

DespuÈs de veinte chubascos
Por p·ramos inclementes,
Cruzando a nado torrentes
Y rodando por peÒascos;

Tras de una jornada impÌa
Que desjarretara a un perro,
Hecha en caminos de hierro
De los que Ad·n conocÌa;

Desde el gentil bogotano
Que aun al morir suelta un chiste,
Hasta el indio humilde y triste
Que no abriÛ el cantÛn cristiano.

Llegado el momento crÌtico
De embestir al contendor
Entran con todo el fervor
De un 'adversario polÌtico',

Y en ese truco y retruco
Triunfa el primero que manda
A su respectiva banda:
'°Muchachos, rompa el bambuco!'.

Tal se encarnice irrisoria
Nuestra fraticida holganza: 9
Matarnos a sÛn de danza,
Sin causa alguna y sin gloria.

Pero en otra ,en mejor guerra,
La ˙nica de lauros digna
Y en que el seÒor no se indigna
Viendo ira y sangre en la tierra,

Tambien el bambuco fue
M˙sica de la victoria,
Y aunque lo olvide la historia
Yo se lo recordarÈ:

El a CÛrdoba marcÛ
Su paso de vencedores.
Y de los libertadores
La hazaÒa solemnizÛ.

°Campo inmortal, sol bendito!
Cuanto haya soÒado allÌ,
Cual la voz del SinaÌ
Resonar· en lo infinito.

Y nuestro aire nacional
Iris fue allÌ de vencidos,
ParabiÈn de redimidos,
De dÈspotas, funeral.

Le debemos en conciencia
Gratitud, y mientras Èl
Exista, guardar· fiel
Nuestra patria independencia.

Yo, para ser benemÈrito
Desde el solio hasta el conuco,
No ambicionara otro mÈrito
Que haber compuesto el bambuco
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