Ruiseñor amoroso cuyo canto
no hay roble que no deje enternecido,
¡oh, si tu voz cantase mi gemido!
¡Oh, si gimiera mi dolor tu canto!
Esperar mi desvelo osara tanto,
que mereciese por lo bien sentido
ser escuchado, cuando no creído
de la que es de mi amor hermoso encanto.
¡Qué mal empleas tu caudal sonoro,
cantando al alba y a las flores bellas
cantas tu, oh, ruiseñor, lo que yo lloro!
Acomoda en tu pico mis querellas,
que si las dices a quien tierno adoro,
con tu voz llegarás a las estrellas.