¡Honor de los alados instrumentos!
¡Tú, lo más bello que de oriente a ocaso
vio el peregrino, suspendiendo el paso,
nadar suave en los delgados vientos!
¡Flor y luz de gallardos pensamientos!
¡Cifra de la esbeltez! ¡Mágico vaso
labrado por las diosas del Parnaso,
y el más breve y feliz de los portentos!
¡Tú, en edad de heroísmo y bizarría,
gloria de los errantes trovadores,
delicia a la beldad que te acogía!
¡Copa gentil, permite que de flores
te corone también la diestra mía,
y en ti el labio encendido libe amores!