Es el de la tierra,
un grito que despierta las sombras,
el cuerpo se convierte en un eco de fuego,
en una furia que danza sin miedo.
El taconeo resuena en el alma,
como un trueno, como un relámpago en la noche,
cada giro es un desafio al silencio,
cada paso, un recuerdo de siglos.
Manos que hablan, dedos que clavan,
el aire se corta, el sudor es ofrenda,
en la mirada, un misterio profundo,
que arde y consume, pero nunca se apaga.
Es amor y desgarro,
es el filo de una pasión sin palabras,
donde el cuerpo se rinde,
y el espiritu se eleva.
Asi es el flamenco,
no es danza, es destino,
es la sangre que hierve,
es la herida abierta del tempo.