Deja la sombra y paz de tus hogares,
ven al huerto de mirras y azahares.
En medio al arrullar de las palomas,
vivamos el Cantar de los Cantares.
Extiende por mi rostro la red de tus cabellos;
enredame en sus rizos, perumame con ellos.
Que brinden, tras la malla de oro ensortijado,
tu boca las sonrisas, tus ojos los detellos.
Cuando la amada sobre mi se inclina
y con su fresca boca purpurina
vierte en el fuego de mis labios fuego,
toco la rosa sin temer la espina.
Que la sonrisa de unos labios? Nada.
Que la mirada de tus ojos? Nada.
Mas no se oculta en nada de la Tierra
lo que se encierra en esa noche nada.
Es locura el amor y poco dura,
mas, quien no diera toda la cordura,
quien no cambiara mil eternidades
por ese breve instante de locura?