Era mi madre bonita,
Era mi única dicha,
Era mi único amor,
Su cabello era tan rubio,
Ni una cinta de oro
Tendría tanto esplendor.
Sus madejas lucidas
Tan extensas le caían
Que lê besaban los pies.
Cuando me oía mis quejas
En sus áureas madejas
Me venía ella a envolver.
También cuando toda fría
Mi alma se estremecía,
Cuando ausente estaba el sol,
Su alargada cabellera
Como hebras entibiadas
Me servían de chalón.
Mi madre era bonita,
Era mi única dicha,
Era mi único amor.
Sus ojos era suaves,
Como trinares de aves
En la choza del pastor.
Tan bella mi madre que era!
— Yo me acuerdo tanto de ella,
De cuanto en ella existió!
Tengo en mi pecho guardadas
Esas palabras sagradas
Y el rizo que ella me dio.
A mis pasos vacilantes
Ella por largos instantes
Con los suyos enseñó.
Mis lábios mudos y quietos,
Entreabiertos por sus dedos,
Me pronunciaron: — Dios!
Después — cuando despertaba,
Cuando la aurora despuntaba,
Siempre su mano me dio.
Rabiando por la voz de ella
Yo repetía sincera
una preciosa oración.
Mi madre tan bella que era,
— Yo me acuerdo tanto de ella,
De cuanto en ella existió!
Era mi madre bonita,
Era mi única dicha,
Era mi único amor,
Estos puntos que yo imprimo,
Estos versitos que rimo,
Ella me los enseñó.
Las vocês que yo pronuncio,
Los cantos que balbuceo,
Fue ella quien los formó.
Mamita — dime esta vida,
también dime estas fatigas,
estas lanas enredadas:
Mamita dime este canto,
Mamita dime este llanto,
iDímelo todo mamá!
Mi madre tan bella que era,
Yo me acuerdo tanto de ella.
De nada suyo me olvido.
Era mi madre bonita,
Era mi única dicha,
Todo era, el todo mío.