Jose Marti

1853-1895 / Cuba

Pollice Verso

(Memoria de presidio)

Sí! yo también, desnuda la cabeza
De tocado y cabellos, y al tobillo
Una cadena lurda, heme arrastrado
Entre un montòn de sierpes, que revueltas
Sobre sus vicios negros, parecían
Esos gusanos de pesado vientre
Y ojos viscosos, que en hedionda cuba
De pardo lodo lentos se revuelcan!
Y yo pasé, sereno entre los viles,
Cual si en mis manos, como en ruego juntas,
Las anchas alas púdicas abriese
Una paloma blanca. Y aún me aterro
De ver con el recuerdo lo que he visto

Una vez con mis ojos. Y espantado,
Pòngome en pie, cual a emprender la fuga!—
¡Recuerdos hay que queman la memoria!
¡Zarzal es la memoria: mas la mía
Es un cesto de llamas! A su lumbre
El porvenir de mi naciòn preveo:
Y lloro: Hay leyes en la mente, leyes
Cual las del río, el mar, la piedra, el astro,
Ásperas y fatales: ese almendro
Que con su rama oscura en flor sombrea
Mi alta ventana, viene de semilla
De almendro; y ese rico globo de oro
De dulce y perfumose jugo lleno
Que en blanca fuente una niñuela cara,
Flor del destierro, candida me brinda,
Naranja es, y vino de naranjo:—
Y el suelo triste en que se siembran lágrimas
Dará árbol de lágrimas. La culpa
Es madre del castigo.
No es la vida
Copa de mago que el capricho torna
En hiel para los míseros, y en férvido
Tokay para el feliz. La vida es grave,—
Porciòn del Universo, frase unida
A frase colosal, sierva ligada
A un carro de oro, que a los ojos mismos
De los que arrastra en rápida carrera
Ocúltase en el áureo polvo, —sierva
Con escondidas riendas ponderosas
A la incansable eternidad atada!

Circo la tierra es, como el Romano;
Y junto a cada cuna una invisible
Panoplia al hombre aguarda, donde lucen
Cual daga cruel que hiere al que la blande,
Los vicios, y cual límpidos escudos
Las virtudes: la vida es la ancha arena,
Y los hombres esclavos gladiadores,—
Mas el pueblo y el rey, callados miran
De grada excelsa, en la desierta sombra.
Pero miran! Y a aquel que en la contienda
Bajò el escudo, o lo dejò de lado,
O suplicò cobarde, o abriò el pecho
Laxo y servil a la enconosa daga
Del enemigo, las vestales rudas
Desde el sitial de la implacable piedra
Condenan a morir, pollice veno,
Y hasta el pomo ruin la daga hundida,
Al flojo gladiador clava en la arena.

¡Alza, oh pueblo, el escudo, porque es grave
Cosa esta vida, y cada acciòn es culpa
Que como aro servil se lleva luego
Cerrado al cuello, o premio generoso
Que del futuro mal pròvido libra!

¿Veis los esclavos? Como cuerpos muertos
Atados en racimo, a vuestra espalda
Irán vida tras vida, y con las frentes
Pálidas y angustiadas, la sombría
Carga en vano halaréis, hasta que el viento
De vuestra pena bárbara apiadado,
Los átomos postreros evapore!
¡Oh qué visiòn tremenda! ¡oh qué terrible
Procesiòn de culpables! Como en llano
Negro los miro, torvos, anhelosos,

Sin fruta el arbolar, secos los píos
Bejucos, por comarca funeraria
Donde ni el sol da luz, ni el árbol sombra!
Y bogan en silencio, como en magno
Océano sin agua, y a la frente
Llevan, cual yugo el buey, la cuerda uncida,
Y a la zaga, listado el cuerpo flaco
De hondos azotes, el montòn de siervos!

¿Veis las carrozas, las ropillas blancas
Risueñas y ligeras, el luciente
Corcel de crin trenzada y riendas ricas,
Y la albarda de plata suntuosa
Prendida, y el menudo zapatillo
Cárcel a un tiempo de los pies y el alma?
¡Pues ved que los extraños os desdeñan
Como a raza ruin, menguada y floja!
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