Regresar fatigado del trabajo
de la diaria fäena
e ir a mirarse en lo hondo retratado
de sus pupilas negras
cerca del rico piano –mientras vaga
sobre las blancas teclas
su mano de marfil- soñar despierto
felicidad eterna.
A la luz de la lámpara brillante
ver las rubias cabezas
de los risueños niños- de infantiles
ilusiones llenos.
La mirada tender sobre la cuna
que cual flor entreabierta
entre sus hojas perfumadas guarda
una existencia nueva!
¡Oh cuadro del hogar! oh perspectiva
cariñosa y risueña,
cuando en el paso por el falso mundo
ancha herida sangrienta,
el desengaño abrió, cuando sentimos
caer mustias y secas
de la primera juventud las rosas,
qué mortal no desea
dejar en tu silencio venturoso
deslizar la existencia
y guardar lo divino y delicado
que el alma herida encierra
en tu seno feliz –como la concha
lejos de las tormentas
guarda en el fondo del movible océano
las nacaradas perlas!