Visiones fueron de alma soñadora
Las divinas mujeres que canté,
Y de tus dulces labios perdón y alivio implora
El reprobo... ¿No escuchas?
Está servido el té.
Aparte: — (¡Sudo de mortal congoja!
¡Sudorífico atroz! ¡Cachifa cruel!)
Respóndeme... ¡Perdóname!
Doblemos esa hoja.
¡Ay! ¡no! Te juro y pruebo...
¿De este dulce, o de aquel?
¡Dos meses ya que mi dolor rebosa,
Que despiadada me haces padecer!
Que apuro un mar de acíbar...
Es agua muy sabrosa.
Si loco estuve...
¿Estuvo en Chapinero ayer?
(Que yo pudiera extrangularla...) Y Dola
Me encargó mil saludes. ..
¿Para quién?
(¡Allí la espina punza!). Si tal fineza enoja...
¿Enojarme?... Agradezco. ¿Le sienta el clima bien?
¡Tanto!
Muy natural...
De todo goza.
Una toquilla desatada es:
Corremos en los llanos, el río la enamora...
(¡Rabia!) ¡Que lindo valse!
¿Bailas?
¿Yo?... no; después.
Será el jueves; ya es tarde y . . .
¡Quiero ahora!
¿Quieres algo por fin?
Está por ver.
Ingrato... ingrato... ¡ingrato!
¡Música deliciosa!
A compás dilo... ¡dilo!
¡Qué modo de coger!
¿Muy estrecho?
No mucho...; es que me ahoga.
Y me pierdo y . . . ¡Cuidado! Si alguien v e . . .
El de las paces... ¡uno!
¿No más versos a Dola?
¡Nunca!...
¡Basta! Sentémonos... Me ha dado no sé qué.