Niña, ¿de las bellas flores
Que tu delantar oculta
Permites a este viajero
Llevar una, sólo una?
Son de la Virgen, señor,
Pero en las selvas abundan.
Alza del suelo esos ojos
Que en vano mis ojos buscan;
Deben tener de tu acento
La gratísima dulzura.
¿Las espinas de los bosques
Tus desnudos pies no punzan?
¿De tus cabellos, las zarzas
No dañan las ondas rubias?
Yo busco los alfombrados
Con yerbecillas menudas
Y los zarzales no crecen
Bajo las bóvedas húmedas.
¿Sola vas por estos montes,
La soledad no te asusta?
Cantando se espanta el miedo,
Pero no hay duendes ni brujas.
¿Quieres llevarme a la umbría
Donde esas aguas murmullan
Y cantarás las canciones
Que las palomas te escuchan?
He aquí la senda — ¡Detente!
Ángel de las crenchas rubias,
Llévale al templo tus flores,
Su altar con ellas perfuma...
Y huye de los caballeros
Que tu verde valle cruzan.