Dice el doctor que estoy convaleciente,
Gracias por la sabrosa jaletina:
Tiembla al tocarla, como tú, Solina,
Si se rozan mis labios con tu frente.
Tú me puedes curar la intermitente
Que se burla de Pardo y la quinina;
Sólo en tu boca está mi medicina
Y la salud me niegas inclemente.
Mas si tomas mi ruego por delirio,
Y atrincherada en tu recato adusto
No le das a mi amor esa corona
Conquistada en dos meses de martirio,
Para morirme holgado y a mi gusto
Mándame sin tardanza una poltrona.