Negros, brillantes, húmedos y bellos
Tus ojos lanzan rayos de placer,
Y más allá de tu mirada fija
De tu alma el fondo límpido se ve.
La impresión de tus ojos no la olvida
Quien la ha sentido la primera vez;
Que a tu mirada el corazón se ensancha
Como al rayo del sol se abre el clavel.
Son un espejo mágico tus ojos
Donde mirado el mundo es un Edén,
Y el cielo azul en la mitad del día
Tiene más luz si se retrata en él.
Si tu larga mirada indiferente
Penetra el corazón con su poder,
Si alguna vez con el amor brillara
¡Cuál fuera su ternura o su desdén...!
Negros, brillantes, crespos tus cabellos
Dieran envidia a la beldad mayor
Al contemplarlos cuando vagan sueltos
En undosa y brillante profusión.
Ruedan, flotando, a acariciar tu talle
A merced del ambiente juguetón,
Y en anillos de luz y de azabache
Su mórbida espiral convierte el sol.
O cuando unidos en revuelta trenza
Coronan tu cabeza en derredor,
Reflejando la luz como diadema
Que el joyero de piedras guarneció.
¡Feliz aquél que entre tus ojos bellos
Encerrada sorprenda la pasión
¡Feliz la mano a quien le de derecho
De jugar con tus rizos, el amor!