Cuando apenas la aurora de la vida
En tu frente de niña reflejaba,
Tus gracias infantiles contemplaba
Con inocente y cándido placer.
Ese tiempo tranquilo de la infancia
Era un tiempo feliz: en mi memoria
Aún se conserva la dorada historia
Que la fortuna nos brindó al nacer.
Al mar de la existencia ambos partimos,
Mas tus velas el céfiro rizaba...
Y en tanto mi bajel roto cruzaba
De la existencia el tempestuoso mar.
Pero quiso el destino que te hallara
Al fin de mi carrera procelosa,
Y si niña te vi pura y hermosa,
Ora mujer te elevaré un altar.
Cada sonrisa de infantil cariño
Que en otro tiempo entre tus labios viera,
Cada mirada lánguida, hechicera,
Que de tus ojos tembladores vi,
Es una historia que en mi mente impresa
Las largas horas de pesar consuela;
Pero historia infeliz, porque revela
El edén venturoso que perdí.
Un ángel de pudor y de inocencia
Lleno de amor, brillante de hermosura,
Por ti dejando la celeste altura,
Tu bella frente a coronar bajó.
Y con sus alas de carmín y rosa,
Volando en torno se cubrió de amores,
Y la luz de sus ojos brilladores
En tus ojos divinos infundió.
Tú no le debes envidiar al ángel
La mirada de amor y lahermosura,
Ni de su acento envidie la dulzura
El dulce acento de tu dulce voz.
A tus gracias de niña ha reemplazado
De otras gracias espléndido tesoro,
Y si niña te amé, mujer te adoro;
Eras mi ángel, ya serás mi Dios.
En vez de aquella angelical sonrisa
Que en tus ojos hermosos se veía,
Deja brillar, antigua amiga mía,
Una sonrisa de piedad y amor.
Haz que yo sienta de tus negros ojos
El fuego abrasador de la mirada;
Di que me amas, y la edad pasada
No será sólo un sueño encantador.