Son las primeras líneas que reciben
Estas páginas blancas, Isabel,
Y aunque sean primeras que se escriben,
Ellas serán las últimas también.
¿Sabes por qué? Lo sabes. La pobreza
Desde muy niña doblegó tu sien,
Y jamás se levanta una cabeza
Mientras el oro su esplendor no dé.
Si el brillar de las galas y diamantes
A tu gracia se uniera y juventud,
Tendrías, de seguro, cien amantes
Que, de seguro, despreciaras tú.
Mas tu instrucción y tu virtud en suma
Desconocidas siempre quedarán,
Modesta flor del campo, que perfuma
Sólo el tronco en que nace y morirá.
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Pregonan por gemelas en la tierra
Dos famosas virtudes, a saber:
RESIGNACION, MODESTIA, mas me aterra
Que puedas igualarlas, Isabel.
La MODESTIA, la tinta nacarada
Que en el oriente va anunciando al sol;
Tibia luz vergonzosa y desmayada
Que al mirar a su rey siente rubor.
La MODESTIA, plegada enredadera
Que se enrosca en la peana de la cruz,
Y no envidia su copa a la palmera
Pues tiene sombra y aire y vida y luz.
La MODESTIA, diamante solitario
Que a su madre, en una arca, entregó a Dios,
Y si ella la selló ¿qué lapidario
Podrá el diamante abrillantar mejor?
RESIGNACION, sofisma que mintiendo
La impotencia habilita de virtud;
Cobarde concesión, que hace muriendo
La voluntad del hombre, única luz.
Cansado el hombre de luchar en vano
Por conseguir un fin que no alcanzó,
Hipócrita y rendido exclama ufano,
Fingiendo una virtud: RESIGNACION.
Ante el deber jamás es santo el miedo,
No poder no es virtud. ¡Valor! ¡valor!
Yo quisiera ser Dios, pero... no puedo,
¿Y es virtud resignarme a no ser Dios?
Deja al mundo en su lógica risible
Que a los cobardes ovaciones dé,
Más tu joven y bella, tú sensible,
Sé modesta, sé pura, sé ISABEL.