Gregorio Gutiér González


En Tu Album

Para cantar tu gracia y tu hermosura

Necesito tener inspiración;
Pero ¿qué inspiración puede venirme,
Si estoy agonizando de calor...?
Ni siquiera me atrevo el bello libro
A conservar entre mis manos yo,
Porque temo dejar entre sus hojas
Lágrimas, no de llanto, de sudor.

¡Oh!, qué calor! Por las hinchadas venas
La sangre ardiente rueda en borbotón,
Y al violento latir de las arterias
Tiembla la hamaca en que desnudo estoy.

¡Oh, que calor! Los húmedos cabellos
El sudor a mis sienes adhirió;
Por cada poro de mi cuerpo brota
De sudor un torrente. ¡Ohooof! ¡qué calor!

Anhelo el aire, pero el aire es fuego,
Que en vez de refrescar, quema el pulmón:
¡Un poco de aire, por piedad! ¡me ahogo!
¡Ohooof! ¡que horrible calor, Juana, por Dios!

¡Miente quien diga que David hiciera
Un solo salmo en la ciudad de Sión!
O está Jerusalén en tierra fría,
O no fue allí donde David cantó.

¿Cómo he de alzar en alabanza tuya
En esta clima mi agitada voz?
La boca abierta, la garganta seca
No pueden modular una canción.

No hay siquiera un murmullo delicado,
Dulce acento ni plácido rumor,
Que se pueda escuchar en este suelo,
Digno de ti, para imitarlo yo.

Sólo se oye el bramar el Magdalena
En su salto infernal y atronador,
De los pericos el chillar salvaje
De las chicharras la incansable voz.

Del Magdalena en la tostada playa
Yo no puedo ofrecerte ni una flor;
Que si naciera en la caliente arena,
Al punto mismo la quemara el sol.
Bien quisiera cantar... pero no puedo;
Recibe la sincera estimación
Que te profeso, Juana y que del pecho
No logrará borrar ni este calor.
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