Deja, oh amigo, deja ya el lamento
Monótono, insufrible de tus penas;
No más hagas sonar de llantos llenas
Las cuerdas del laúd.
No finjas más ensueños pesarosos
Que tenaces redoblan tu martirio;
Abandónalos ya, que tal delirio
Contagiará la sana juventud.
No es la vida una serie de pesares,
De maldiciones y suplicios llena;
No, que el hombre en el oído suena
La voz de la amistad.
No, que hay momentos llenos de ventura
Que de placer embriagan la existencia;
No, que aplaca el amor la vehemencia
De nuestra ardiente y juvenil edad.
¿De qué sirve mirar el universo
Como un sepulcro de tormento y duelo,
Y comparar el astro de consuelo
Al fúnebre blandón?
¿De qué sirve que cantes las torturas
Que el afligido corazón no encierra
Y que enlatada pintes a la tierra
Con moribundo y destemplado son?
Deja los vuelos del febril cerebro
Del viejo mundo al fatigado ingenio,
Donde las alas del altivo genio
Rendidas están ya;
Naturaleza, poco rica en galas,
Muéstrase allí sin brillo, sin encanto,
Y su agotada inspiración, en tanto,
Incierto su giro al pensamiento da.
Pero tú, que naciste en este suelo,
En medio a un mundo virgen y sublime,
Al cual el sello primitivo imprime
Dios de su creación;
............................................. ...................
Tú, a quien rodean sin cesar las galas
Que despliega magníficas natura;
¿Necesitas, amigo, por ventura,
Romántico cantar?
¿Seguirás en sus pasos importunos
A los que adoptan la moderna escuela,
Y cuyo ingenio a la mentira apela
Para sus cuadros tétricos pintar?
---
¡Canta de Dios la mano omnipotente
Que el océano la altivez quebranta,
Y de los senos de la mar levanta
El mundo de Colón!
Canta ese genio cuya vasta mente
Se hallaba estrecha en el antiguo mundo,
Y vaticina con saber profundo
Allende el océano otra región.
Canta el valor que al Genovés anima
En frágil leño en la extensión perdido
Sin dirección, y el mar enfurecido
Mirando bajo el pie;
Surcando solo el ignorado océano
Que a nuestro globo por doquier rodea,
Contrariado, más firme en una idea...
Hasta que en un mundo en lontananza ve.
Canta este mundo que de polo a polo
Majestuoso sobre el mar se extiende,
Canta este cielo que sobre él suspende
Magnífico dosel.
Cántalo, sí, que el bardo americano
Un nuevo numen inspirarle debe,
porque en su suelo inspiraciones bebe,
Nuevas y grandes, como grande es él...
Mira si no, los Andes orgullosos
Con frente altiva desafiando el cielo,
Y de las nubes el flotante velo
Impávidos romper;
Mira cuál brilla entre argentada niebla
El alba copo de perpetua nieve,
Y entre su gasa transparente y leve
El iris de su arco espléndido poner.
Oye la voz del mugidor torrente
Que de la enhiesta cumbre se despeña;
Escucha rebramando entre la breña;
Furioso el huracán
Sigue atento al cóndor que remontado
Potente el vuelo la extensión pasea,
Y alzándose veloz revolotea
Entre el humo encendido del volcán.
Y mira el Chimborazo que levanta
Cual cúpula entre nubes su cabeza,
Y oye rodando en torno con fiereza
El trueno aterrador
O en Cotopaxi la tormenta mira
Que de nubes preñadas le rodea
Y el encendido rayo que serpea
Con la lava y el fuego abrasador.
Pinta risueño el moribundo día,
El cuadro encantador del horizonte,
En que aún colora el adormido monte
La tibia luz del sol.
Describe las figuras caprichosas
De que el cielo en poniente se matiza,
De blanda nube que el ambiente riza
Y colora fantástico arrebol.
De la llanura la extensión pasea,
Recorre con las fieras el desierto,
Y ansioso busca su confín incierto
En métrico cantar.
Canta cómo la nieve se transforma
Entre la roca en bramador torrente,
Y luego la oceánica corriente
Que va a perderse en la anchurosa mar.
Entra en la selva, y gozarás en ella
El más puro placer que el alma alcanza;
Allí libre y sin límites se lanza
Al pie del Creador;
Que el silencio imponente de las selvas
A meditar en el Señor convida
En medio de natura adormecida,
Y arrullada con fúnebre clamor.
El paso sigue al Bogotá espumoso
Y en Tequendama le verás perdido,
Súbito en densa niebla convertido
En salto aterrador.
............................................. ..............
Canta, en fin América el conjunto,
La obra de Dios más varia y peregrina,
Pues cuando el sol del trópico ilumina
Es bello y colosal;
Y en su virgíneo y anchuroso seno
Todo respira vida y armonía,
Y en él se encierra tanta poesía
Como en el mundo habrá de lo ideal.
O bien, canta la América presente
Y su aspecto político describe,
Cual otro mundo que al nacer recibe
Las Repúblicas canta... Pero, amigo,
Supla tu ingenio lo que calla el mío,
Volviendo de tu fiero desvarío
A la sincera voz de mi amistad.
1844.