I
¡Que majadero el poeta
Que delirando sandeces,
Mira solo de la vida
Los males que en ella siente!
Es a sus ojos el mundo
Panteón de luto y muerte;
Es la existencia un martirio;
Sombra falaz de placeres...
Y en tanto gozando el vulgo
De la vida indiferente,
Sólo le sirven los males
Para pensar en los bienes...
Aquél por mundos aéreos
Va atormentando su mente,
Y a éste en el mundo real
Nada le va ni le viene.
Aquél el crimen pintado
Del hombre mira en la frente;
Ve donde quiera enemigos,
Fantasmas doquier advierte;
Este mira de los hombres
Lo que son y lo que tienen,
Ni le halagan sus virtudes,
Y ni a sus crímenes teme;
Aquél mira en la mujer
Al más raro de los seres;
Ora la juzga demonio,
Ora por ángel la tiene;
Este en la farsa del mundo
Todo lo ve indiferente,
Juzgando a los hombres, hombres,
Y a las mujeres, mujeres...
Pulsa el poeta su lira
Dando sus quejas dolientes,
Mezcladas con la amargura
Que dentro del pecho tiene,
Y las cuerdas de su lira
Al corazón obedecen,
Y en vez de cantar suspiran
Al resonar de esta suerte: