Gregorio Gutiér González


Carta de don Rodrigo

Desesperado entonces don Rodrigo
Viendo a Clara perdida para él,
No puede hallar un corazón que abrigo
Al corazón en su tortura dé.

Mil proyectos siniestros de venganza
Resuelve sin cesar contra Monroy;
Teme, duda, vacila, y nada alcanza
A calmar su mortal agitación.


Vuelve en Clara a pensar, y en su despecho
Cree que la odia, y que la olvida cree;
Quiere arrancar aquel amor del pecho,
Aunque se arranque el corazón con él.

¡Siempre en ella pensando...! y aunque herido
Se dirige hacia Clara el corazón.
Luchar con el amor es ser vencido;
Don Rodrigo en la lucha sucumbió.

Y dejóse arrastrar por la pendiente
Vertiginosa que la llama a sí,
Marcha veloz que tiene solamente
En el delito o la locura fin.

Y entonces ciego, loco, delirante,
Volvió con ansia a su primer amor:
Más extraviado cuanto más amante
De las leyes sociales blasfemó.

Y no pudiendo contener el vuelo
De su pasión, se le rindió por fin,
Y a Clara, para él supremo anhelo,
Una carta escribió que dice así:

“Eres una mujer, como el vedado fruto
Que en el Edén ambicionaba Adán;
Es mi amor para ti como el tributo
Que se coloca en el ajeno altar.

¿Por qué si el cielo pródigo ha querido
Que a tantos puedas inspirar amor,
El mundo avaro, imbécil ha exigido.
Que a uno solo des tu corazón?

¿Por qué el mundo egoísta llama vicio
Sus cadenas injustas quebrantar?
¿Por qué llama virtud al sacrificio
Qué le rinde al deber la voluntad?

¿Por qué los hombres, necios, inventaron
Lo que llama deber la sociedad?
¿Por qué cadenas para sí forjaron
Que no podrán su corazón atar?

Mas ¿qué importa que existan esos laxos
Si tú me quieres consagrar tu amor?
Romperé tal cadena en mil pedazos
Si no alcanza a apresar tu corazón.

Me es preciso tu amor. Yo necesito
Que aunque sea un crimen, lo cometas tú.
Quiero que me ames, que aunque sea un delito
Yo haré que el mundo diga que es virtud.

Pero en secreto yo tu amor no quiero,
Quiero a todos mostrar que soy feliz:
¿Qué nos importa lo que el mundo entero
De tu amor y mi amor pueda decir?

Dime que me amas, y ¡ay! del que pretenda
Que otros derechos sobre ti alcanzó.
Teniendo yo tu corazón en prenda,
¿Habrá quién muestre título mejor?

Al que en tus brazos tan feliz ha sido
Yo no le puedo perdonar tu amor.
Yo no le puedo olvidar que haya latido
Por otro corazón tu corazón.

Pero te amo hasta en ajenos brazos,
Es para ti desde hoy mi porvenir...
Mi corazón arrancaré a pedazos
Si alguna pulsación no es para ti...

¡Oh! ¡qué no hiciera yo por agradarte!
¡Todo lo hiciera por amor a ti...
Sí, todo, todo, menos olvidarte,
Ni un solo instante sin tu amor vivir...!

Ordena los que quieras. Me transporta
El ir a obedecerte. Haz la señal...
¿Una virtud...? ¡Un crimen...? ¡Nada importa!
De todo soy capaz. ¡Puedes mandar!

Mas no les pidas a mis labios risas,
Señales cariñosas no darán;
Yo no comprendo, amando, las sonrisas,
Porque yo amando sólo sé temblar.
Tu sonrisa no quiero. Temblorosa
Quiero mirarte, pálida ante mí...
Es bella tu sonrisa cariñosa,
Mas no quiero mirarte sonreír...

Dime que me amas y verás que bota
La ternura del alma para ti.
Mis cantos te daré nota por nota
Y haciéndote inmortal seré feliz.

Yo te alzaré donde jamás un hombre
A ninguna mujer pudo elevar;
Siento que puedo eternizar tu nombre;
Que el canto de mi amor te hará inmortal”.
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