¡Pobre, inocente y desgraciado niño,
De la vida arrojado a la ribera,
Que no has tenido el maternal cariño
Ni una sonrisa para ti siquiera!
¡Pobre niño, arrojado en el profundo
Valle do impera el llanto y el dolor,
Te hallaste al despertar, solo en el mundo,
Fruto tal vez de criminal amor!
No hallaste al lado, tierna y cariñosa
La mano maternal que enjuga el llanto;
Que el mundo la vedaba que amorosa
Dulcificaste tu infantil quebranto.
Quizá en sus brazos te estrechó y amante
Te bañó con sus lágrimas de amor...
Y luego te arrojó de sí distante
Para salvar su mancillado honor.
¿Y qué harás en el mundo? Sin parientes,
Sin hermanos, sin padres, sin amigos...
A los hombres verás indiferentes
Ser de tu pena y tu dolor testigos.
En vez de llanto por tu triste suerte
Desdén y risa entrarás doquier;
Mofaráse de ti sin conocerte
Tal vez el mismo que te diera el ser.
Di, ¿qué esperas del mundo y la existencia?
Proscrito te verá la sociedad;
Sólo tendrás tu llanto, única herencia
Que el destino ha legado a la orfandad.
¡Jamás consuelo te dará ni encanto
De la fortuna el caprichoso giro;
Jamás tu llanto hará correr el llanto,
Ni tu suspiro arrancará un suspiro!
¿Hallarás una mano generosa
Que se atreva a alumbrar tu porvenir?
¿O tu desgracia ocultarás penosa
Bajo la humilde condición servil?
Si buscas el saber de ti olvidado,
Si ilumina la ciencia tu razón;
¿Serás feliz con esto? ¡Desgraciado!
¡La ciencia para ti será un baldón...!
Si quieres igualarte con otro hombre
Por título mostrando tu saber,
La sociedad te pedirá tu nombre,
¿Y cuál darás, desventurado ser?
¿Y si turba tu sueño fatigoso
Ese arcángel maldito, la ambición,
Y si te muestra un porvenir glorioso,
Y te miente de amor una ilusión?
¿Y si ves por tu mal una hermosura
Que haga tu pobre corazón latir,
Qué puedas ofrecerla? ¡Desventura!
¡Oh! Entonces, niño, ¿qué será de ti?
Y si cobarde guardas tu quebranto
Con esa vida que salvado habrás,
¿Quién infeliz, enjugará tu llanto?
¿A quién, de todos esquivado, irás?
Pero tú no comprendes todavía
Lo que el mundo te guarda, ¡pobre niño!
¡No sabes tú en las horas de agonía
Cuánto consuela el maternal cariño!
Es ahora inocente tu sonrisa
Es ahora tranquilo tu dormir,
Y es porque aun su emponzoñada brisa
Sobre ti no ha soplado el porvenir.
¡Duerme, niño, que en vez de la presencia
Y arrullo maternal que no has sentido,
Aun te arrulla el arcángel de inocencia;
Duerme y reposa en momentáneo olvido!
Y ojalá que al dormir, ¡oh pobre niño!
Dejaras de existir... ¡mejor te fuera!
¡pues no ha tendido el maternal cariño
Ni una sonrisa para ti siquiera!
Tú sólo has visto el prólogo terrible
Que encontraste grabado en tu camino,
De ese drama de luto que inflexible
Con sangre tuya escribirá el destino
Y la postrera página del drama
Es tan triste... ¡morir abandonado!
Mirarás junto a ti... ¡nadie te ama!
¡Ningún amigo encontrarás al lado!
Y alrededor de la ignorada huesa
Do arrojarán tu cuerpo sin piedad,
Ni una flor, ni una cruz! ¡y tu zarza espesa
Tu memoria y tu cuerpo cubrirá!
¡Pobre inocente y desgraciado niño,
De la muerte arrojado a la ribera,
Que ni aun tendrás del maternal cariño
Al morir una lágrima siquiera!