El penoso viaje hacemos juntos;
Me ofreces tu amistad, te doy la mía.
Deja la popa, pues; ven a la proa,
Que allí son frescas las silbantes brisas.
Tendidos en hamacas y fumando
La pena que te agobia allí se olvida,
En los aires meciéndonos la hamaca
Y el Vapor en las ondas cristalinas.
Ven conmigo a gozar. Verás cual hiende
Corriente arriba la cortante quilla,
Y a los costados del Vapor las aguas
Suben, crecen, se esponjan y se rizan.
Ven a ver el paisaje. Aquí cual toldo
De verde enredadera entretejida,
Arcos de triunfo y de esmeralda ostentan
A derecha y a izquierda ambas orillas.
De rosado y carmín tímidamente
Ruborosas se tiñen las colinas,
Del sol que se hunde al despedirse tristes
Allá a lo lejos al morir el día.
Mas no vienes, y absorto y silencioso
Muestra tu dedo la lejana orilla
Donde queda tu patria. Entre las nieblas
Nada ya de sus playas se divisa.
En dos puntos opuestos cada uno
Ve su patria, su amor, su hogar, su vida:
Tú la patria perdida que abandonas
Lloras, yo gozo porque veo la mía.
De los seres que dejas el recuerdo
Irá contigo por doquier sigas,
Y yo en breve he de ver a lo que amo.
Ven conmigo... Mas callas y suspiras.
Tú dejas una patria y yo la encuentro;
Al acercarme yo tu te retiras.
Ven conmigo a gozar. Yo soy dichoso;
Amasemos tu pena con mi dicha.
Recuerdos y esperanza, popa y proa,
Lloroso adiós y alegre bienvenida.
Allí existe el dolor, aquí el anhelo,
Recuerdos y esperanza, noche y día.
¡Decir adiós, dejar a los que amamos
Es tan triste!... Las almas martiriza.
Yo comprendo lo horrible de la muerte,
Porque la muerte es eso: despedida.
Pero volver al seno de la patria,
Calentarse al hogar de la familia,
Volver a ver a Julia... es ser dichoso;
Con que, Manfredo... ¡adiós! Vapor, camina.
Más aprisa, Vapor, rápido vuela
Que allá lejos, muy lejos se divisa
Al través de la bruma y del espacio
La cima azul de las montañas mías.
Allá ruega mi Julia y allá ruegan
Prosternados mis hijos de rodillas
Por mi próxima vuelta. ¡Adiós, Manfredo!
¡Más aprisa, Vapor!... ¡No! ¡más aprisa!