Sobre vuestras cabezas inclinadas
Va a descender la bendición de Dios.
El va a santificar lo que en dos almas
Unidas ya, santificó el amor.
¡Eterna bendición que liga en ambos
El bien, el mal, la dicha y el dolor!
¡Lazo puro de amor, dos veces santo,
Que forma el corazón y aprueba Dios!
¡Unión que en las borrascas de la vida,
Forma ese puerto que se llama hogar,
Separado del mundo...! y si es que hay dicha
La dicha sólo en es puerto está!
Nido formado en las desnudas ramas
De un árbol que sacude el huracán,
Que protegen y cubren, enlazadas,
Las alas de dos aves... ¡el hogar!
Ese tibio rincón que abandonamos
Desde niños, en busca de otro sol,
Y a donde vuelve el corazón ingrato
Que heló la sociedad... y halla calor.
¡Isla flotante en medio de los mares,
Que no alcanzan las olas a mojar;
Tabernáculo santo, en donde arde
La sola luz que la ventura da!
Eternamente la mujer perfuma
Con su incansable amor aquel Edén
¡Es tan grande el tesoro de ternura
Que encierra el corazón de la mujer!...
Quiera Dios concederos cuanta dicha
Es posible en la tierra disfrutar:
Varia es la suerte, desigual la vida;
¡Sólo el amor compensaciones da!
Si la desgracia vuestras lamas hiere
No blasfeméis por eso del Señor:
Que todo pasa, pero vive siempre,
Y nos espera en su justicia Dios.