Sé que hay una persona
que me busca en su mano,
día y noche, encontrándome,
a cada minuto, en su calzado.
¿Ignora que la noche está enterrada
con espuelas detrás de la cocina?
Sé que hay una persona
compuesta de mis partes,
a la que integro cuando
va mi talle cabalgando
en su exacta piedrecilla.
¿Ignora que a su cofre
no volverá moneda que salió
con su retrato?
Sé el día,
pero el sol se me ha escapado;
sé el acto universal
que hizo en su cama con ajeno valor
y esa agua tibia,
cuya superficial frecuencia es una mina.
¿Tan pequeña es, acaso, esa persona,
que hasta sus propio pies así la pisan?
Un gato es el lindero entre ella y yo,
al lado mismo de su tasa de agua.
La veo en las esquinas,
se abre y cierra su veste,
antes palmera interrogante...
¿Qué podrá hacer sino
cambiar de llanto?
Pero me busca y busca.
¡Es una historia!.