Entre el dolor y el placer
median tres criaturas,
de las cuales la una mira a un muro,
la segunda usa de ánimo triste
y la tercera avanza de puntillas;
pero, entre tú y yo,
sólo existen segundas criaturas.
Apoyándose en mi frente,
el día conviene en que, de veras,
hay mucho de exacto en el espacio;
pero, si la dicha, que, al fin,
tiene un tamaño, principia,
¡ay! por mi boca,
¿Quién me preguntará por mi palabra?
Al sentido instantáneo de la eternidad
corresponde este encuentro
investido de hilo negro,
pero a tu despedida temporal,
tan sólo corresponde lo inmutable,
tu criatura, el alma, mi palabra.