Nadie anda con Dios más que yo ando,
Nadie sigue sus pasos como sigo.
A ninguno bendigo ni maldigo:
Todo es muerto en un pecho miserando.
Veo el sol y la luna y todo el bando
De los astros olímpicos persigo.
Dios con su mano misteriosa el trigo
Que plantó, poco a poco, va segando.
Fluyen las horas en completa calma.
Un día ha de llegar en que en el puerto
Todo lo que sufrí y sufro se acalma.
¡Ah, si llegara en breve el día incierto!
Se hará luz en mi ser, ya que mi alma
Será trigo de Dios en cielo abierto...